Familias puertorriqueñas temen ser desplazadas por la privatización de la administración de edificios de vivienda pública en Nueva York

posted in: All news | 0

Aunque PACT podría ser, por ahora, la vía más efectiva para financiar las renovaciones de manera rápida, muchos inquilinos siguen sin estar convencidos de que represente el camino correcto.

Banderas de Puerto Rico cuelgan sobre la entrada a un patio del complejo de vivienda Hope Gardens en la calle Linden, en Brooklyn. (Adi Talwar/City Limits)

Esta historia fue publicada originalmente por el Centro de Periodismo Investigativo. Read the English version here.

Lydia Díaz vivía en un apartamento deteriorado, propiedad de la Autoridad de la Vivienda de la Ciudad de Nueva York (NYCHA en inglés), cuando recibió la noticia en 2021. Su edificio, parte del complejo residencial Harlem River Houses, sería el próximo en pasar a manos de desarrolladores privados bajo el programa llamado Pacto para Preservar la Asequibilidad Permanente Juntos (PACT). El traspaso permitiría inyectar millones de dólares para reparaciones al edificio, pero convertiría a Díaz en inquilina de un nuevo casero privado bajo el programa federal de subsidios de alquiler Sección 8.

Molestos porque se les negó participación en la decisión de integrarse a PACT, y preocupados por perder derechos a cambio de lo que les parecen reparaciones de mala calidad, Díaz y otros residentes presentaron una demanda para detener el proceso. Pero ya era demasiado tarde. Las nuevas compañías asumieron el control, remodelaron los edificios y comenzaron a administrarlos según sus propios criterios y sin la supervisión externa que existía cuando estaban bajo el control del gobierno de la ciudad.

Desde entonces, el nuevo casero, Harlem River Preservation LLC, junto con su empresa administradora, C+C, ha intentado desalojar a Díaz en tres ocasiones. La más reciente fue en agosto, por una deuda de renta atrasada de menos de $500.

“Quiero sentir que esta es mi casa, pero solo siento que ocupo un espacio. No siento que sea mi casa”, dijo Díaz, de 68 años, quien ha vivido en su apartamento en Harlem, en el norte de Manhattan, durante 16 años.

La nueva ventana en la cocina de Lydia Díaz, en su apartamento de Harlem River Houses, apenas abre unos centímetros. La ventana fue instalada como parte de las renovaciones del programa PACT de la NYCHA. (Adi Talwar/City Limits)

“Por eso he perdido todo este peso. Estoy estresada. Estoy ansiosa. Me dan muchos dolores de cabeza. A veces casi no como y no puedo levantarme en la mañana. Si no lucho o rezo, no tengo fuerzas para hacer nada”, añadió la mujer puertorriqueña que creció en el sur de Nueva Jersey y quien ha enfrentado periodos en los que estuvo sin hogar.

Desde 2016, NYCHA ha entregado más de 39,000 unidades de vivienda pública a desarrolladores privados como parte del programa PACT, que ejecuta el programa federal Estrategia de Asistencia para el Alquiler (RAD) de 2011. Aunque NYCHA —una corporación pública dirigida por una junta nombrada por el alcalde— históricamente administra sus propiedades, este programa permite arrendar ciertos complejos a empresas privadas, siempre que estas se comprometan a realizar renovaciones mayores postergadas durante años. Los desarrolladores financian esas obras con préstamos a los que el gobierno no puede acceder. Luego los pagan —y obtienen ganancias— mediante el cobro de rentas según tarifas estandarizadas fijadas para reflejar el mercado. Los inquilinos aportan el 30% de sus ingresos y un vale de la Sección 8 cubre la diferencia.

Pero desde que las renovaciones se completaron en muchos complejos PACT, las amenazas de desalojo se han disparado y las tasas de desalojo son cinco veces más altas que en los edificios administrados directamente por NYCHA, aunque las familias desalojadas han sido pocas. Para comunidades como la puertorriqueña, cuya población en la ciudad de Nueva York disminuyó un 20% entre 2017 y 2022 y que depende en gran medida de la vivienda pública como último refugio en barrios afectados por la gentrificación, la creación de PACT es percibida como la maniobra más reciente para expulsarlos en beneficio de los intereses inmobiliarios.

El temor y la frustración se extienden entre los residentes, pero la privatización bajo PACT —que mantiene la titularidad del terreno en manos de NYCHA— surgió de una situación desesperada. Antes de que una empresa privada asumiera el control de Harlem River Houses, se estimaba que sus 693 unidades requerirían más de $300 millones en reparaciones para 2023. En su inspección de 2019, realizada por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos (HUD), el complejo obtuvo 37 de 100 puntos, muy por debajo del mínimo requerido de 60.

De hecho, antes de que PACT comenzara, NYCHA había estimado que su inventario completo requeriría más de $45,000 millones en reparaciones para 2037. A medida que las necesidades aumentaban, los fondos provenientes de su principal fuente —el gobierno federal— disminuían.

Por medio de PACT, los desarrolladores han recaudado más de $13,000 millones para financiar renovaciones en edificios de todos los condados. Esos residentes disfrutan ahora de nuevos parques, apartamentos remodelados y sistemas modernos de calefacción, ventilación y aire acondicionado, mientras que otros 300,000 inquilinos de NYCHA siguen viviendo en edificios que llevan una década más de deterioro, donde las filtraciones constantes, las plagas de roedores y las cerraduras dañadas son parte de la vida diaria.

Los desarrolladores reciben un flujo sustancial de ingresos gracias a esta alianza —proveniente de rentas, subsidios y créditos contributivos— aun cuando muchos tienen un largo historial de descuido de edificios y de desalojo de sus inquilinos.

El concejal Chris Banks, presidente del Comité de Vivienda Pública del Consejo Municipal de Nueva York, señaló que algunos socios de PACT muestran apatía ante las preocupaciones de los residentes y operan bajo la idea de que los inquilinos de NYCHA no merecen viviendas con el mismo estándar que otros neoyorquinos. Banks señaló como ejemplo a Wavecrest Management, que ha ganado contratos en toda la ciudad pese a contar con un historial de violaciones previo a PACT.

“Uno no puede evitar cuestionar a estas personas y dudar de sus intenciones cuando ponen a un casero irresponsable a cargo de una propiedad”, dijo Banks. “Eso me lleva a preguntarme si esto es un esquema para enriquecerse o si realmente es una inversión seria para mejorar la vida de los residentes de vivienda pública”.

El parque de las Wise Towers, en el Upper West Side de Manhattan, ha sido motivo de disputas entre residentes y visitantes. (Adi Talwar/City Limits)

Temor al desplazamiento

El Upper West Side, barrio residencial de Manhattan, es conocido por sus brownstones (casas de piedra rojiza y marrón), sus edificios anteriores a la Segunda Guerra Mundial y por ser hogar de muchos residentes blancos y adinerados de la ciudad. Pero es un área que, durante décadas, también ha contado con una importante comunidad puertorriqueña, compuesta en gran medida por familias que viven en complejos de NYCHA y en edificios Mitchell-Lama, otro programa de vivienda asequible.

La presencia boricua antes se hacía sentir en bodegas, carnicerías y restaurantes a lo largo de la avenida Amsterdam, pero muchos negocios han cerrado y los puertorriqueños se han ido marchando poco a poco del vecindario. Desde 2010, cerca de una cuarta parte de la población puertorriqueña del vecindario se ha movido, según los estimados a cinco años de la Encuesta sobre la Comunidad del Censo.

Las Wise Towers, un complejo de NYCHA convertido en PACT en 2020 y ahora administrado por Wavecrest Management, siguen siendo un punto de arraigo en la zona. Pero a medida que las amenazas de desalojo han aumentado en los últimos años, los residentes puertorriqueños temen ser la próxima comunidad desplazada. Señalan que una evidencia de que la privatización nunca estuvo pensada para su beneficio es el éxito que ha tenido, entre personas no residentes de la comunidad, el remodelado parque infantil de las Wise Towers. Este lugar de recreación, antes ignorado por los neoyorquinos, ahora está abarrotado de personas que no son residentes, lo que ha generado controversia sobre quién debe tener acceso.

Ernesto Carrera, presidente de la asociación de inquilinos de Wise Towers y residente del vecindario desde hace más de 50 años, identifica el nuevo parque infantil como la metáfora perfecta de sus problemas con PACT: extraños que toman decisiones sobre los hogares de otras personas sin consultarles y que, en ese proceso, las van desplazando.

“Ha habido madres que les dicen a nuestros hijos que no quieren que sus hijos jueguen con los nuestros. Eso aquí no puede pasar. Nunca había pasado […] pero la creación de este nuevo parque ha despertado muchos sentimientos en la gente”, dijo Carrera, quien logró que el parque se cerrara al público que no resida en el complejo de vivienda.

Los letreros alrededor del parque para niños en las Wise Towers advierten que es un área sólo para residentes. (Adi Talwar/City Limits)

“Si es privado, es privado. Nosotros no lo privatizamos”, añadió.

Carrera reconoce las mejoras del parque, pero afirma que son “solo maquillaje” ante problemas más serios dentro de los edificios, como tuberías obsoletas, cerraduras dañadas y problemas con plagas. Mientras algunos apartamentos ahora parecen desarrollos de lujo, otros apenas han sido renovados respecto a su estado previo bajo NYCHA.

Darrell Williams vive en un apartamento adaptado para personas con discapacidades, en el segundo piso de una de las Wise Towers. Capas de pintura mal aplicadas cubren daños causados por filtraciones crónicas; su llavero eléctrico no abre la puerta principal; y el agua de su ducha accesible para silla de ruedas sale hasta el pasillo.

Wavecrest Management sostiene que este tipo de problemas deben reportarse en línea o por teléfono y que se resolverán en un plazo de 48 horas, a menos que las reparaciones sean mayores o requieran contratistas externos.

“Les digo que tengo un problema de filtración y contestan: ‘Ah, aquí tiene un número’. Llamas a ese número y nadie contesta”, dijo Williams, quien trabajó para NYCHA. “Con NYCHA habrían hecho un mejor trabajo”.

Además de los problemas estructurales, los residentes aseguran que las Wise Towers se volvieron menos asequibles tras la privatización, especialmente en el alquiler.

Tanto bajo el programa PACT como en los edificios tradicionales de NYCHA, los residentes suelen pagar el 30% de los ingresos de su hogar en renta. Es decir, si una familia gana $50,000 al año, pagaría $1,250 al mes. También se supone que deben vivir en apartamentos adecuados al tamaño de su núcleo familiar. Pero muchas personas no habían sido reevaluadas por cambios en sus ingresos o en la composición familiar durante años. Padres cuyos hijos adultos ahora generan ingresos tuvieron que empezar a reportarlos. Padres cuyos hijos adultos se habían marchado fueron reubicados en apartamentos más pequeños. Los residentes con ingresos más altos, que a veces pagaban tarifas fijas en NYCHA, pasaron a tener que pagar el 30% de sus ingresos.

“Tenemos que arreglar los edificios, pero también debemos corregir procesos y otros aspectos. Y parte de esto incluye trabajar con los residentes para que entiendan las expectativas que siempre estuvieron ahí”, dijo Jonathan Gouveia, director de Bienes Raíces y vicepresidente ejecutivo de NYCHA.

Una parte de este proceso consiste en enviar avisos previos de desalojo a los inquilinos que están en atraso en el pago. Más del 10% de los residentes de PACT recibieron estos avisos durante la primera mitad de 2025, según el informe del monitor de Progreso y Cumplimiento de PACT de NYCHA.

Gouveia afirma que los avisos previos de desalojo son una herramienta para ofrecer apoyo a los residentes que deben dinero de alquiler, no para expulsarlos. Ese apoyo puede incluir asistencia para reportar cambios en los ingresos o para recibir servicios sociales. También funcionan como una manera de proteger a los socios de PACT frente a la crisis de morosidad de NYCHA, donde el 34% de los inquilinos no pagó la renta en octubre.

Sin embargo, los datos muestran que, en lo que va de año, cerca de la mitad de los avisos previos de desalojo terminan convirtiéndose en demandas de desalojo, el primer paso legal del proceso. NYCHA sostiene que los desarrolladores suelen presentar estas demandas para que los inquilinos puedan cualificar para el “one-shot deal” (acuerdo único) de la ciudad de Nueva York, un programa de asistencia financiera diseñado para personas que enfrentan emergencias agudas, como un desalojo.

Aunque solo un residente de las 399 unidades de Wise Towers ha sido desalojado este año, los recuerdos de desplazamientos anteriores y de promesas gubernamentales incumplidas hacen que los residentes teman.

“A la larga, nosotros no vamos a estar aquí”, dijo Domingo Román, quien creció en esta comunidad y regresa con regularidad para visitar a amigos y familiares. “Vamos a tener que mudarnos hasta el Bronx, porque eso es lo que ellos quieren —sacar a todos los puertorriqueños y a los negros de aquí y mandarlos para el Bronx”.

Algunos residentes de Wise Towers vivieron antes en casas que fueron expropiadas y demolidas para construir el complejo como parte de los programas de “renovación urbana” impulsados por Robert Moses, el excomisionado de Planificación Urbana de la ciudad, según dijo la concejal Gale Brewer.

La demolición de esas estructuras para levantar Wise Towers reflejó lo ocurrido en 1947 con el desarrollo de Amsterdam Houses, el primer complejo de NYCHA en el vecindario, construido sobre una comunidad puertorriqueña antes vibrante, conocida como San Juan Hill.

“Estos son residentes que conozco desde 1978, así que significan todo para mí”, dijo Brewer, quien ha representado al vecindario desde 2002, incluidos ocho años como presidenta del condado de Manhattan. “Me gustaría suponer —espero estar en lo correcto— que la tasa de desalojos en Wise Towers será muy, muy baja. Me va a dar algo si desalojan a alguien sin justificación”.

A corto plazo, sin embargo, los desarrolladores de PACT tienen poco que ganar con el desalojo de inquilinos. Cuando surgen vacantes, éstas se llenan con personas de la lista de espera de la Sección 8 de NYCHA, un proceso sobre el cual los socios de PACT no tienen control. Además, los desarrolladores reciben una tarifa de renta estándar sin importar cuánto pague la persona que ocupa la unidad, ya que el vale de la Sección 8 cubre la diferencia.

Wavecrest Management afirmó que no tiene intención de aumentar los desalojos.

“Estoy muy orgullosa del programa PACT. Creo que ha cambiado muchas vidas. Cuando uno trabaja con tantos hogares al mismo tiempo, siempre habrá alguien que no esté satisfecho”, dijo Susan Camerata, una de los tres integrantes de la junta ejecutiva de Wavecrest.

Edificio de apartamentos Harlem River II, situado en Frederick Douglass Boulevard, en Manhattan. (Adi Talwar/City Limits)

Reparaciones que ignoran los deseos de los residentes

Los Harlem River Houses se completaron en 1937 como el primer complejo que NYCHA construyó tras su fundación tres años antes. Los edificios son un monumento a la visión política del pionero de NYCHA, el alcalde Fiorello La Guardia, quien creía que el gobierno municipal debía encargarse de proveer a los neoyorquinos de la infraestructura necesaria para prosperar, como vivienda, escuelas y hospitales. Esta visión se hizo posible gracias a los fondos del programa El Nuevo Trato del presidente Franklin D. Roosevelt.

El desarrollo de viviendas no solo debía ser funcional, sino también un lugar digno para criar una familia —específicamente familias de raza negra—, según citas de funcionarios de la administración de La Guardia, tomadas por periodistas de la época durante la ceremonia de colocación de los primeros ladrillos del proyecto. Además de los apartamentos, los Harlem River Houses incluían senderos de adoquines alrededor de parques infantiles, esculturas de diversos artistas y un anfiteatro con vista al río.

El terreno, que ahora incluye otro edificio cercano construido posteriormente, fue restaurado a su antiguo estilo durante los pasados cuatro años por la asociación privada Harlem River Preservation, con una inversión de $275 millones.

Los Harlem River Houses. (Adi Talwar/City Limits)

“Parece que estás en una escena de película. Es surreal”, dijo JeRome Dunbar, director de relaciones comunitarias de Harlem River Preservation. “Especialmente tratándose de vivienda asequible, de vivienda para personas de bajos ingresos… no hay nada mejor. Yo viviría aquí”.

Pero las fachadas históricas ocultan apartamentos con paredes salpicadas de moho cubiertas por  una capa de paneles de yeso añadidos durante las varias renovaciones. En uno de los apartamentos, un sistema de control de temperatura, calidad del aire y humedad en los espacios interiores zumba suavemente y despide el olor penetrante de una rata en descomposición. Y en todo el complejo, los pisos de imitación de madera se despegan en los bordes donde fueron instalados con premura, dejando ver debajo una capa recubierta de polvo que los residentes aseguran que deben barrer constantemente.

Condiciones de moho visibles en el interior del apartamento de Celena Soto en Harlem River Houses. Soto es una de varias residentes que han informado de problemas de mantenimiento persistentes. (Adi Talwar/City Limits)

“Ni siquiera se tomaron la molestia de nivelar las paredes ni de lijarlas antes de pintar. Simplemente pintaron encima de las grietas”, dijo April Washington, cuya familia vive en el complejo desde 1955.

Washington se ha negado a cumplir con las condiciones del contrato de arrendamiento que permiten a Harlem River Preservation acceder a su apartamento, por lo que su unidad no ha sido renovada. En respuesta, la empresa presentó en febrero una demanda de desalojo por incumplimiento del contrato.

Los desarrolladores crearon espacios de participación para que los residentes ofrecieran sus opiniones sobre las decisiones de diseño antes de que comenzaran las renovaciones, pero como las mejoras se estandarizaron en todo el complejo, era inevitable que algunas personas tuvieran que aceptar decisiones con las que no necesariamente estaban de acuerdo. 

NYCHA recibió críticas por pasar por alto las perspectivas de los residentes durante los primeros cambios al modelo PACT y asegura que desde entonces ha procurado involucrarlos de forma más activa. Como parte de este esfuerzo, recientemente ofrecieron a los residentes de los Jacob Riis Houses la oportunidad de votar si querían integrarse a PACT, una propuesta que los inquilinos rechazaron. NYCHA afirma que estas votaciones no necesariamente continuarán en el futuro.

Anteriormente, los residentes solo votaban cuando existía una tercera opción: transicionar al modelo de la Fundación para la Preservación de la Vivienda Pública, que también convierte a los inquilinos en beneficiarios de la Sección 8, pero mantiene los edificios bajo gestión gubernamental. En las siete votaciones realizadas con esas tres alternativas, Randall Avenue–Balcom Avenue se convirtió en el primer complejo en elegir PACT, en abril.

“Te dicen: te guste o no, esto es lo mejor para ti”, comentó Lydia Díaz, refiriéndose a los gabinetes laminados de color gris instalados en su apartamento, así como al resto de los cambios introducidos con PACT.

Los residentes dicen que comenzaron a desconfiar de cambiar sus apartamentos a un sistema de gestión privada después de escuchar historias de otros lugares de vivienda pública que habían cambiado su modelo administrativo. En parte, temen perder la transparencia y la supervisión externa sobre sus hogares.

“NYCHA ha avanzado mucho en términos de transparencia, pero creo que el programa PACT sigue siendo notablemente poco transparente”, dijo Iziah Thompson, analista sénior de políticas en Community Service Society. “[NYCHA] sabe que estos problemas existen. Algunos de estos edificios son muy antiguos y, a veces, el alcance del trabajo de estos proyectos no cubre todo”.

Entre otras brechas de transparencia, los complejos PACT no reciben puntuaciones de inspección del HUD ni están sujetos a la misma supervisión del monitor federal impuesto a NYCHA en 2018.

PACT como motor de gentrificación

Robert Camacho es el presidente de la Junta Comunitaria 4 de Brooklyn, donde representa a los residentes del vecindario de Bushwick, un área que se ha gentrificado rápidamente. Durante sus 64 años allí, la comunidad puertorriqueña ha sido desplazada poco a poco por el aumento desmedido de los alquileres. En el área que ocupa Hope Gardens, sin embargo, las personas nacidas en Puerto Rico aún representan el 32% de los residentes, mientras que el resto proviene en su mayoría de la República Dominicana o de otras zonas de Brooklyn.

El complejo pasó al programa PACT en 2019 y, tras unos años desastrosos bajo la administración de Pinnacle City Living, ahora está bajo el control de Wavecrest. No obstante, Pinnacle ha obtenido contratos en otros complejos bajo PACT.

Mientras Camacho recorre el complejo —entre abrazos de inquilinos agradecidos y quejas sobre asuntos locales que van desde carriles para bicicletas hasta dueños de perros— describe cómo los desarrolladores de PACT han ignorado las voces de la comunidad e infundido miedo entre los residentes mediante constantes amenazas de desalojo. Para él, la privatización es una extensión de las mismas políticas dañinas que han desplazado a familias puertorriqueñas del vecindario durante décadas.

“[Los funcionarios electos] están demasiado ocupados diciéndonos lo que queremos y lo que necesitamos, en lugar de escucharnos, escuchar lo que realmente necesitamos y queremos”, dijo Camacho. “Yo no vivo en NYCHA, pero la gente que vive allí es mi familia. ¿Sabes por qué? Porque si llegan a mi tienda y están pasando necesidad o sufriendo, ese dolor también lo sentimos nosotros”.

Entre los edificios de tres pisos de Hope Gardens, sobre la avenida Wilson, se eliminaron los parques infantiles, las áreas de BBQ y las mesas de picnic. En su lugar, ahora hay equipos de ejercicio para adultos y un césped vacío, bajo la sombra de un nuevo edificio de 13 pisos —un proyecto entre NYCHA y otros desarrolladores.

Blanca Gardana, aquí junto a su esposo Heriberto Echevarría (de pie) y su cuñado Julio, vive desde hace más de tres décadas en Hope Gardens. (Adi Talwar/City Limits)

Blanca Gardana y Blanca Izquierdo, dos puertorriqueñas que llevan muchos años como vecinas, dicen sentirse aliviadas de que sus hijos se hayan hecho adultos antes de que se privatizara la administración del complejo de vivienda porque los desarrolladores eliminaron los espacios donde antes solían reunirse los niños.

“Los niños no tienen suficiente espacio para jugar y entretenerse”, dijo Izquierdo, quien se mudó a Nueva York desde Aguadilla cuando era niña y lleva 36 años viviendo en Hope Gardens. “Todo el mundo, casi todo el mundo, dice que con NYCHA estábamos mejor”.

Wavecrest Management indicó que no comentaría sobre las decisiones relativas a la renovación del parque, ya que se tomaron antes de asumir la administración.

El espacio también se utiliza menos porque, cuando llueve con fuerza, un charco cubre el área verde y el agua llega hasta el apartamento de Gardana, ubicado en la planta baja. Wavecrest proporcionó barreras hidráulicas a los residentes para contener el agua, pero NYCHA asegura que el problema se debe a fallas en la infraestructura de la ciudad, que están fuera de su control.

Blanca Izquierdo y su esposo posan en su apartamento en el segundo piso del complejo de viviendas Hope Gardens en Brooklyn. (Adi Talwar/City Limits)

Debido a las inundaciones, la administración decidió trasladar las calderas [usadas para la calefacción y para suministrar agua caliente a todo el edificio] del sótano al techo. Para el apartamento de Izquierdo, ubicado en el segundo piso, esto significó perder uno de sus armarios para permitir el paso de las tuberías.

Además de los cambios físicos realizados sin consultar a los residentes, muchos señalan que su relación con el espacio ha cambiado debido a la cantidad de multas emitidas por infracciones de reglas que nadie sabía que existían, como fumar en las escaleras u olvidar las llaves. Algunos dicen que estas multas representan una carga económica adicional y una sensación de mayor vigilancia, ya que se respaldan parcialmente por nuevas cámaras instaladas en los edificios. Mientras algunos residentes celebran estas medidas, otros dicen que reflejan patrones más amplios, entre ellos el aumento del control policial sobre ofensas menores y los procesos de gentrificación.

Las multas sólo se imponen por infracciones prohibidas en todos los complejos y no pueden exceder las establecidas por NYCHA. Los socios de PACT simplemente han sido más estrictos al aplicarlas. Según Wavecrest, estas multas se usan únicamente para modificar conductas, no para generar ingresos.

“No vamos a multar a nadie”, dijo Joseph Figueroa, administrador de propiedades de Wavecrest en Hope Gardens. “Les vamos a facturar, pero no es algo por lo que los vayamos a llevar a la corte ni algo que tengan que pagar obligatoriamente”.

Daños causados por inundaciones en el interior del apartamento de Blanca Gardana. (Adi Talwar/City Limits)

Atrapados sin salida

Para los defensores de la vivienda pública, PACT marca el final de una era en la que el gobierno de la ciudad proveía a los neoyorquinos de bajos ingresos de necesidades básicas, como vivienda, sin la intervención de actores privados motivados por el lucro.

Pero los fondos federales representan el 67% de los ingresos de NYCHA, y el presupuesto propuesto por el presidente Donald Trump recortaría cerca del 43% de esa aportación, según un informe de la Oficina Independiente de Presupuesto de la Ciudad de Nueva York.

Este desmantelamiento federal viene afectando a NYCHA desde que el presidente Richard Nixon suspendió los subsidios para la construcción de vivienda pública en 1973, lo que abrió el camino para la creación de la Sección 8 en 1974. A la vez, mientras la ciudad de Nueva York atravesaba su propia crisis fiscal en la década de 1970, NYCHA entró en un profundo deterioro. En ese abandono, la corrupción se abrió paso, agotando aún más los escasos recursos de la autoridad.

Atrapada en esta situación —en la que simplemente no podía costear las reparaciones necesarias bajo el modelo tradicional de vivienda pública—, NYCHA decidió ceder parte del control para acceder a préstamos privados y a un sistema de vales que garantizaría ingresos más estables. Mientras los residentes de NYCHA siguen viviendo en hogares deteriorados, donde la salud, la seguridad y la comodidad son aspiraciones más que realidades, miles de personas trasladadas a PACT ahora viven en edificios libres de plomo, con electrodomésticos nuevos en la cocina, baños renovados y áreas recreativas remodeladas.

“No deberíamos estar en el negocio de vender activos públicos”, dijo la congresista puertorriqueña Nydia Velázquez, cuyo distrito incluye Hope Gardens. “Pero si tienes un complejo como este, donde no hay dinero para realizar las mejoras grandes que hacen falta, esto va a atraer el tipo de violencia que ha afectado a esta comunidad”.

Velázquez advirtió que los inquilinos de PACT también podrían estar en riesgo, ya que Trump propone imponer un límite de dos años a los vales de la Sección 8, lo que podría dejar a muchos sin asistencia para pagar la renta.

Mientras NYCHA espera convertir otras 23,000 unidades al programa PACT para 2028, también está explorando otras vías para lograr avances sin depender de fondos federales, recurriendo al sector privado. Actualmente están solicitando propuestas de desarrolladores para nuevos proyectos.

El alcalde electo Zohran Mamdani también se ha comprometido a duplicar la inversión municipal en NYCHA para mantener los edificios como bienes públicos y construir otros nuevos, lo que podría indicar que PACT no crecerá al mismo ritmo que bajo el alcalde Eric Adams, un ferviente defensor del programa. Sin embargo, los nombramientos de Mamdani —como el del futuro vicealcalde, Dean Fuleihan— provienen en gran medida de la administración del exalcalde Bill de Blasio, quien creó PACT. Y, al menos durante los tres años del mandato de Mamdani que coincidirán con la presidencia de Donald Trump, las perspectivas de un aumento de los fondos federales para NYCHA son mínimas.

En declaraciones a The City, Mamdani dijo que instaurará un proceso democrático que garantice que los residentes de NYCHA tengan voz en la decisión de si sus edificios se incorporan al programa PACT.

Aunque PACT podría ser, por ahora, la vía más efectiva para financiar las renovaciones de manera rápida, muchos inquilinos siguen sin estar convencidos de que represente el camino correcto. Los residentes sienten, en esencia, que no son respetados por estas compañías privadas, según una encuesta inédita de la Community Service Society.

Para residentes puertorriqueños como Lydia Díaz, los problemas constantes con la gerencia de C+C y los paneles de yeso instalados de manera que reducen aún más el espacio de su apartamento se suman a la presión económica que, asegura, hace que vivir en Nueva York sea cada vez más difícil.

“Voy a quedarme sin hogar”, dijo Díaz. “La Sección 8 es gente entrando a tu casa, arreglando tu apartamento, diciendo que necesitamos asistencia para pagar la renta para que ellos puedan ganar dinero con nosotros, y diciendo que hicieron un gran trabajo al pasar nuestros apartamentos al modelo PACT”.

Este reportaje es posible gracias a una beca del Instituto de Formación Periodística del CPI.

The post Familias puertorriqueñas temen ser desplazadas por la privatización de la administración de edificios de vivienda pública en Nueva York appeared first on City Limits.

Escape to Nevada’s oldest town: A Silver State spot worthy of the silver screen

posted in: All news | 0

Genoa, the Silver State’s first town — older than Nevada itself — is a cozy relic steeped in history that may as well double as a Hallmark movie set this time of year.

Just 30 minutes from South Lake Tahoe, Genoa is a place where visitors can escape from the hustle and bustle, trading crowds for peaceful snowfall on the nearby Sierra Nevada mountain range as Main Street comes alive with a twinkle of sparkling lights and a slight winter chill.

Historic doesn’t mean dated here, however. The tiny town (population 786) has a robust dining scene, offering gourmet fare unexpected in a village made up mostly of restored Victorian buildings and cattle ranches.

Genoa’s 19th century downtown located on Main Street is home to charming local businesses like antique shops, boutiques and cozy restaurants. (Courtesy of Visit Carson Valley)

Daytime activities

On Main Street, a collection of mid-1800s storefronts house a collection of mom-and-pop establishments, including boutique shops and homey restaurants.

Here, you can start with breakfast at Flutter & Buzz Café. Open at 8 a.m. daily, it’s the perfect first stop off for an anti-inflammatory cardamom and cinnamon latte or a flavorful mimosa. The menu specializes in fresh breakfast and lunch fare and pastries baked in-house. There is an obvious affinity for local honey — hence the name — which appears as a main ingredient in several beverages and plates.

Once you’re fueled, you can begin Christmas shopping. The tree-lined streets boast adorable gift shops including Dancing Deer and Antiques Plus, which is so stuffed you’ll have to squeeze in and out of it.

One of the oldest surviving buildings in Nevada, The Pink House in Genoa is a 1855 home painted a fashionable cotton-candy hue in the 1870s and turned into a market and sandwich shop in the 2010s. (Photo by Whitney James)

When weather allows, consider getting into the great outdoors. The silent serenity of Genoa is inescapable as you walk the 2-mile path along River Fork Ranch Preserve, an 800-acre natural preserve and cattle ranch less than 2 miles from the center of town. The trail is dirt, so when it is wet, it can get fairly muddy, but on a dry day, the views of the snow-capped mountains can’t be beat.

Of course, snowshoeing is always an option (although the area isn’t exactly robust with tour operators, so you’ll need to pack your own snowshoes). When snow is falling in the Sierra Nevada foothills, both the Genoa Loop Trail and Sierra Canyon Trail make excellent destinations.

Nearby Mormon Station State Historic Park is an adorable place to stroll and let little kids get their wiggles out. There are restored covered wagons, lush lawns and an artifacts museum at the historic site that marks the town’s modest beginnings as a trading post founded by Mormon pioneers in 1851, before being renamed Genoa (after the Italian city) in 1855.

When Ike Marr and his wife, Stephanie, bought The Pink House in 2022, they decided to bring live music into the mix. (Courtesy of Visit Carson Valley)

For lunch, the square offers several options, including the casual Foothill Market serving chili cheese dogs and turkey club sandwiches at the counter. There’s also beer and wine on the menu, and it’s a good stop for edible souvenirs — everything from local goods such as Tahoe Toffee to specialty items shipped in from around the world. During the holiday season, the market even offers curated gift baskets that take the guesswork out of your holiday shopping.

Another worthy lunch option is The Pink House, which enjoys a modern pop of neon lights in an 1855-built home painted in a delicate hue that inspired the name. A smattering of pink Christmas trees decorate the lawn, which hosts live-music events year-round.

For after-lunch drinks, take a stroll across the street to the Genoa Bar & Saloon — the oldest bar in Nevada — where the walls are covered with dusty old bras slung over antlers and other relics of the past, plus cocktails that allow you to catch a buzz for about $20 (drinks are $5-$12 each).

Genoa Bar & Saloon, the oldest bar in Nevada, maintains a rustic watering-hole vibe, as it is stuffed with relics of the past. (Photo by Abner Kingman)

At night

We’ve saved the best for last: dinner. Behind The Pink House, Daniel’s is a fine dining restaurant with a robust menu that pairs rustic French cuisine with Old Nevada hospitality. Its drool-worthy dishes include grilled duck breast topped with foie gras ($44) and scallops over a bed of wild rice risotto ($48).

Before or after your meal, stop into The Ice House, a standalone bar adjacent to the main dining room. Its name comes from its original purpose as a place to store ice before refrigeration. While much of the building has been redone, the large-stone walls are original. With less than 20 guests allowed in Daniel’s at any given time, it’s an intimate setting open only on Thursdays, Fridays and Saturdays. The menu boasts more than 20 craft cocktails, 10 tap handles and more than 100 bottles of wine.

On select evenings, Main Street businesses host specialty evening activities for locals and visitors, sometimes staying open late to do so.

Warm goat cheese salad from the bar menu at Daniel’s in Genoa includes chévre, mixed greens, toasted hazelnuts and balsamic vinaigrette. (Courtesy of Visit Carson Valley)

When you’re ready to tuck in for the night, the White House Inn, a remodeled mid-1800s home featuring modern amenities in a historic setting, is a great pick. The property’s original carriage house is now the inn’s best room, outfitted with a king-size bed and walk-in shower.

Another option is David Walley’s Resort, offering both overnight accommodations and day passes to one of Nevada’s best outputs — natural hot springs. The rustic lodge houses five hot springs once enjoyed by the pioneers and set among the Sierra Nevada mountains, as well as a restaurant, the 1862 Restaurant & Saloon Bar.

David Walley’s Resort, set among the Sierra Nevada mountains in Genoa, houses five hot springs once enjoyed by the pioneers. (Courtesy of Visit Carson Valley)

If You Go

Flutter & Buzz Café: Open 8 a.m.-2 p.m. daily, 2285 Main St., Genoa, (775) 215-0245; flutter-buzz-cafe.square.site

Dancing Deer: Open 10 a.m.-5 p.m. Mondays-Saturdays, 10 a.m.-4 p.m. Sundays, 2299 Main St., Genoa, (775) 782-5777; genoadancingdeer.com

Antiques Plus: Open 10 a.m.-4 p.m. daily, 2242 Main St., Genoa, (775) 782-4951

River Fork Ranch Preserve: Open 7 a.m.-7 p.m. daily, 381 Genoa Lane, Minden, (775) 322-4990

The Ice House at Daniel’s in Genoa offers 20 craft cocktails, 10 tap handles and more than 100 bottles of wine. (Courtesy of Digiman Studio)

Mormon Station State Historic Park: Open 10 a.m.-4 p.m. daily, 2295 Main St., Genoa, (775) 782-2590; parks.nv.gov/parks/mormon-station

Foothill Market: Open 10:30 a.m.-7 p.m. Mondays-Saturdays and 10 a.m.-5 p.m. on Sundays, 2299 Main St., Genoa, (775) 392-0527; foothillmarket.com

The Pink House: Open 11 a.m.-8 p.m. Sundays-Thursdays and 11 a.m.-9 p.m. Fridays-Saturdays, 193 Genoa Lane, Genoa, (775) 392-4279; thepinkhousegenoa.com

The White House Inn, a remodeled mid-1800s home, has the welcoming atmosphere and vintage charm of a grandma’s house. (Courtesy of Visit Carson Valley)

Genoa Bar & Saloon: Open 10 a.m.-10 p.m. Sundays-Thursdays and 10 a.m.-midnight Fridays-Saturdays, 2282 Main St., Genoa, (775) 782-3870; travelnevada.com/bars/genoa-bar-saloon

Daniel’s: Open 5-9 p.m. Tuesdays-Saturdays, 2291 Main St., Genoa, (775) 392-1822; danielsgenoanv.com

White House Inn: 195 Genoa Lane, Genoa, (775) 870-7203; whitehouseinngenoanv.com

David Walley’s Resort: 2001 Foothill Road, Genoa, (775) 782-8155; holidayinnclub.com/explore-resorts/david-walleys-resort

Related Articles


Deep in the heart of Texas is wine country and more


The Polish ‘magicians of glass’ who create Christmas baubles for clients worldwide


In Lubbock, Texas, musician Buddy Holly’s influence is everywhere


New holiday movie features the off-season charms of Door County, Wisconsin


The best U.S. airports for drinking alcohol, ranked

The best mystery novels of 2025

posted in: All news | 0

Crime fiction, which includes mysteries and thrillers, is a top genre for a reason, bolstered by authors who deliver rich plots, with fully realized characters of diverse backgrounds and settings. Big cities and small, rural towns; police officers, private detectives, gangsters and ordinary people; families, couples and single people — all are a part of the genre.

Crime fiction makes us examine who we are and how we, as a society, deal with life’s challenges.

2025 was another outstanding year with standard favorites and debuting authors offering their stories. 2025 also saw an unusual number of short story collections based on various themes.

These were the works that stayed with me throughout the year. Once again, narrowing my favorites was difficult, but it’s a wonderful problem to have.

Money — or rather the lack of it — motivates three sisters in “El Dorado Drive,” an intelligent, character-driven thriller that spins on the suspense that infiltrates family dynamics. Raised in the affluent town of Grosse Pointe, Michigan, the sisters were used to the privilege that wealth brings. Until the money dwindled from a series of situations, first because of their father, then their husbands, making them ripe for scams. Abbott succinctly looks at how the heedless pursuit of money and appearances can be soul-numbing, while also exploring the paralyzing effects of regret.

In “The Proving Ground,” the eighth Mickey Haller novel, the Lincoln Lawyer files a negligence suit against a technology company on behalf of a mother whose daughter was murdered. The company is accused of devising a chatbot companion that may target teenagers, especially teenage boys. Mickey is no longer the Lincoln Lawyer – he now drives a Bolt. And he’s given up lucrative criminal law in favor of civil law, which can be profitable but the payoff is slower. Mickey must prove to his clients and to himself that he can manage his new career path. Connelly strongly weaves in current issues, making even the most complicated subjects understandable. In 2025, Connelly also published a second outstanding procedural, “Nightshade,” which launched a new series about L.A. County Sheriff Detective Stilwell stationed in Santa Catalina Island. “Nightshade” turns a light on the greed, corruption and exploitation of the working class that flows through the island.

Several crooks inhabit the outstanding “Crooks.” Most of them are members of the Mercurio family, including the parents and their five children. Spanning more than 50 years, “Crooks” works as both an epic crime tale and an intimate family story as Berney concentrates on his characters. Spare writing, akin to the late Elmore Leonard, quickly gets to the heart and soul of each character. A legacy of criminal tendencies filters through each Mercurio, even those who insist they are law-abiding.

Downing balances dark humor with a hard-boiled approach in “Too Old for This,” impressively keeping the reader on the side of Lottie Jones, a 75-year-old grandmother who used to be a serial killer. Lottie believes she’s retired. She changed her name, moved to a new area, lives quietly, has friends and attends church twice weekly, mainly for the bingo. Then a young producer shows up wanting to do a documentary series. Goodbye, retirement. But Lottie finds new challenges with electronics pinging locations, social media posts, DNA technology. And she often needs a nap.

Lillie delves deep into the treatment of Native American communities and the preservation of their remains in “The Bone Thief,” a second formidable novel about Cherokee archaeologist Syd Walker with the Rhode Island Bureau of Indian Affairs. A detailed look at Native American history and culture never overrides the gripping plot. The discovery of the 300-year-old remains of an infant at an exclusive summer camp and plans for a state-of-the-art museum bring out dark secrets about a group whose wealthy, powerful members claim ancestral rights over contested land, revisiting the tensions between the Native Americans and European colonists.

In “King of Ashes,” Cosby shows the trajectory of Atlanta finance manager Roman Caruthers – akin to Michael Corleone in “The Godfather” – whose initial avoidance of “the family business” gives way to the eventual loss of his soul. Roman is the epitome of an anti-hero, maybe not even worth rooting for, too slick for his own good, arrogant and entitled. But those flaws work because Cosby makes us invested in his outcome. We need to know what happens and how Roman corrals the dark and lethal that’s unleashed in him.

A family grapples with its past, present and a shaky future as the rural area they own in Michigan’s Upper Peninsula is invaded by developers, part-time residents and tourists who lack respect and concern about the land where the Sawbrook family’s roots go back to the 19th century. “The Trouble Up North” is a heartfelt story that combines classism, economic struggles, family legacy and parental love, all packed into a tidy plot.

Fredericks takes another leap at creating engrossing historical mysteries depicting real people. Set in New York City during 1920, Fredericks focuses on charming gambler and womanizer Joseph Elwell, whose murder was covered by beginning journalist Morris Markey, with appearances by F. Scott and Zelda Fitzgerald. Fredericks doesn’t sanitize the real people, but draws complete portraits including their strengths and flaws. And the Fitzgeralds have a lot of flaws, which are well-documented. “The Girl in the Green Dress” is the perfect marriage of character, era, setting and intriguing plot as Fredericks did in her terrific 2024 novel “The Wharton Plot” about author Edith Wharton.

The action-packed “The Oligarch’s Daughter” is equal parts political thriller and love story in which an investment analyst marries a seemingly struggling photographer. Her down-market East Greenwich Village apartment and simple lifestyle suggest financial struggles — until he met her billionaire father, a Russian oligarch whose mega-opulent lifestyle is beyond luxurious. Guess what! His business isn’t completely legitimate. The newlywed finds his father-in-law’s henchmen and the FBI are overly interested in him and his new family.

Who hasn’t wanted to leave a nasty note on a car whose driver cut you off, stole your parking spot or was just rude. Friends on a getaway to the Hamptons do just that in “The Note.” But this is not a one-and-done as they find out when they become suspects when the driver disappears. “A simple little note — but the potential for so much damage,” writes Burke, who weaves in women’s friendships and cancel culture.

“Low April Sun” is a poignant look at how the bombing of Oklahoma City’s Alfred P. Murrah Federal Building affected a family. Squires’ novel is considered the first work of fiction to tackle what was the worst act of homegrown terrorism in U.S. history, which marked its 30th anniversary on April 19, 2025. Instead of a historical accounting of how and why this horrific act happened, Squires skillfully mines its effect on a family and how they maneuvered a morass of grief trying to rebuild their live. Squires pinpoints the moral center and the lasting effects of a tragedy.

While football is at the crux of this brisk plot, it isn’t necessary to be a fan, as Edgar Award winner Cranor explores greed, the corruption of the sport, its often naive players and hero worship in “Mississippi Blue 42.” An FBI agent investigating the University of Central Mississippi Chiefs football program tackles a history of fraud, deceit, suspicious deaths and a corrupt politician. Game on.

The five investigators in this new elite, cerebral FBI team call themselves “Head Cases” because, as one character says, they “mostly live in their heads.” Publicly, they are known as the FBI’s Patterns and Recognition team — PAR. The agents would rather stay in the office, but don’t shy away from action. The tight-knit investigators respect each other’s skills and care about their colleagues’ welfare and personal lives, without being intrusive. Rumors that PAR may be dissolved brings them closer but doesn’t affect their devotion to their investigation.

BEST DEBUTS

(in alphabetical order)

A strange photograph leads a young woman to learn that she had an aunt named Carol, who, as a teenager, disappeared decades before but who was never discussed by the family. Carol’s vanishing coincided with the disappearance of six other Black teenage girls between 1963 and 1965 from the same area of Raleigh, N.C. “We Don’t Talk About Carol” is a riveting story of racism, family, community, motherhood and decades of secrets wrapped in a solid plot filled with believable characters and situations.

Pan delivers the story of two young slackers who inadvertently are drawn into the drug trade in “Florida Palms,” a gritty, uncompromising look at the criminal underworld of Central Florida. Pan excels at making the reader care about the two teenagers, who start out as naïve. Pan shows how the Space Coast was shaped by the aerospace industry that elevated the region and now, because of economics, is on the downslide

The rich scenery of New Zealand and Scotland become facets in themselves in “The Vanishing Place,” while informing the gripping plot and shaping the believable characters. Now a police officer in Scotland, Effie escaped the New Zealand wilderness where she was raised off the grid, isolated with her family. Effie returns to New Zealand to help a girl who may be her niece and who, like her, witnessed a violent act. The plot unravels at a perfect pace as Rankin immerses the story in scenery.

SHORT STORY ANTHOLOGIES

Author Copenhaver and publisher West tapped 26 authors to deliver stories about LGBTQ+ life, community and concerns using queer icons as inspiration in “Crime Ink: Iconic.” Brief essays from each contributor about who inspired their short story as well as brief biographies of the authors are featured.

Art critic, literary editor, biographer and author S.S. Van Dine devised “Twenty Rules for Writing Detective Fiction” during the early 20th Century that did more to hamper than enhance the genre. Frankly, those rules made no sense then and even less now. The 20 authors in the smart “Double Crossing Van Dine” don’t just ignore those rules but “break them like kindling,” as McPherson writes. Today, Van Dine may be recognized only by those steeped in the history of mystery fiction. But the authors in this anthology are making an impact.

The story songs by the late Stephen Sondheim, arguably the greatest composer of musical theater who ever lived, are the perfect fodder for this collection.

Each author in this collection has worked in the entertainment business in some aspect — as a performer, a producer, a writer, even catering. Each contributor’s proceeds are being donated to the California Community Foundations Wildfire Recovery Fund. The editors included a mixture of styles, from the hard-boiled to the cozy. Many stories feature well-known landmarks and favorite sites such as Larry Edmunds’ bookstore.

The prestigious “Strand” magazine dates to 1891 — it was the first place readers heard of Sherlock Holmes as Sir Arthur Conan Doyle’s “The Hound of the Baskervilles” appeared here. This anniversary book shows the breadth of short stories the magazine has published during the last 25 years under the Gullis, a brother and sister team. Yes, there is a story by Michael Connelly but also Ray Bradbury, Tennessee Williams, Rudyard Kipling and H.G. Wells, among others.

NONFICTION

An apt title for this comprehensive biography of the late Elmore Leonard, the master of American crime fiction who definitely is and was one of the coolest authors ever. A Mystery Writers of America Grand Master, Leonard’s entertaining plots were punctuated by punchy, tightly coiled prose filled with wit and grit. Many of Leonard’s novels landed on best-sellers lists and remain timeless. “Get Shorty,” “Jackie Brown” and “Justified” are just a few of the films and TV series launched from his books. Just remember his advice to writers: Never start a book with weather.

Related Articles


The 10 best books of 2025: Censorship, crime and compassion


Readers and writers: A story of fighting real-life evil, plus holiday picks for kids


Seven takeaways from Mary Lucia’s revealing new memoir


Literary calendar for week of Dec. 7


10 notable books of 2025: A posthumous memoir about Epstein, ‘Hunger Games’ and reliving 2024

Planned appearance by Venezuelan opposition leader called off on eve of Nobel Peace ceremony

posted in: All news | 0

OSLO, Norway (AP) — A planned news conference on Tuesday by Venezuelan opposition leader and Nobel Peace Prize winner María Corina Machado was canceled after a several-hour delay, a day before the award ceremony in Oslo.

Machado, who last appeared in public 11 months ago, had been due to hold a traditional news conference by the laureate the day before the formal award ceremony. But the lunchtime event was delayed without explanation, until the Norwegian Nobel Institute said three hours after the scheduled time that “it will not take place today.”

“María Corina Machado has herself stated in interviews how challenging the journey to Oslo, Norway, will be,” the institute said in an email. “We therefore cannot at this point provide any further information about when and how she will arrive for the Nobel Peace Prize ceremony.”

The institute did not specify whether the news conference would take place at a later point.

Machado’s spokesperson did not immediately respond to questions about the opposition leader’s location and planned attendance at Wednesday’s ceremony.

The 58-year-old’s win for her struggle to achieve a democratic transition in her South American nation was announced on Oct. 10, and she was described as a woman “who keeps the flame of democracy burning amid a growing darkness.”

Machado won the opposition’s primary election and intended to run against President Nicolás Maduro in last year’s presidential election, but the government barred her from running for office. Retired diplomat Edmundo González took her place.

Related Articles


German leader says US strategy shows the need for more European security independence


Zelenskyy reaffirms refusal to cede land to Russia as he rallies European support


Today in History: December 9, ‘A Charlie Brown Christmas’ premieres


Trump approves sale of more advanced Nvidia computer chips used in AI to China


Hockey at the Winter Olympics will be played on shorter ice than NHL dimensions

The lead-up to the July 28, 2024, election saw widespread repression, including disqualifications, arrests and human rights violations. That increased after the country’s National Electoral Council, which is stacked with Maduro loyalists, declared the incumbent the winner despite credible evidence to the contrary.

González sought asylum in Spain last year after a Venezuelan court issued a warrant for his arrest.

Meanwhile, Machado went into hiding and has not been seen in public since Jan. 9, when she was briefly detained after joining supporters in a protest in Caracas, Venezuela’s capital. The following day, Maduro was sworn in for a third six-year term.