“Buscar asilo se ha vuelto casi tan difícil como llegar aquí en primer lugar”.
Este artículo apareció originalmente en inglés el 28 de agosto. Traducido por Daniel Parra.
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Hace cinco meses llegué a Nueva York procedente de Venezuela. Venir aquí ha sido la decisión más difícil que he tenido que tomar en mi vida. Amo a mi país, pero, para mí, quedarme allí habría significado enfrentarme a la posibilidad real de que me mataran.
En Venezuela, tenía un negocio de comida rápida y estudiaba gestión medioambiental. Quería luchar por un futuro mejor y decidí alzar mi voz contra el gobierno actual en señal de protesta. A causa de ello, mi vida dio un vuelco. Me amenazaron con castigos severos y con la muerte, lo que me obligó a tomar la decisión de abandonar mi hogar. Dejé atrás todo lo que conozco y amo: mis parientes, mi tierra, mi cultura y mis pertenencias.
Para llegar a Estados Unidos, tuve que caminar durante días por el Tapón del Darién, una enorme selva tropical en la que no hay carreteras visibles. Todos los días eran aterradores, ya que nos veíamos obligados a caminar por zonas rocosas llenas de barro, nos enfrentábamos a la posibilidad de encontrar animales salvajes y a muchas otras situaciones mortales. También me aterrorizaba la idea de ser secuestrada, maltratada e incluso asesinada en esta región sin ley y plagada de actividades delictivas. Tras atravesar esta zona, cruzamos Centroamérica y México.
Tras cruzar la frontera, tardé casi dos semanas en llegar a Nueva York. Al entrar, los agentes nos recibieron y nos llevaron a un puesto de trámites donde nos indicaron que buscáramos rápidamente un abogado y nos entregaron un papel con números de teléfono. A continuación, nos indicaron que nos subieramos a un autobús que nos llevaría a una iglesia de San Antonio que ofrecía refugio. Dando un salto de fe, subimos al autobús, ya que no teníamos otra opción. En cuanto llegamos al refugio, la gente que trabajaba allí nos ayudó a conseguir un tiquete de avión a New York.
En Nueva York vivo en un refugio donde nos proporcionan artículos de primera necesidad, incluida comida, y pude matricular a mis hijos en la escuela. Aunque estoy muy agradecida por la ayuda recibida, cada día me preocupa más nuestro futuro. En particular, no sé cómo seguir adelante con el proceso de solicitar asilo por mi cuenta. He tomado cartas en el asunto. Después de buscar durante varios días, encontré Make the Road New York/Hace Camino Nueva York, que me dio un teléfono móvil y otros recursos para ayudarme a moverme por la ciudad.
Durante los últimos meses, he tenido la misma rutina casi todos los días. Dejo a mis hijos en el colegio y empiezo a buscar organizaciones que puedan ayudarme con mi situación. Sin embargo, a pesar de llamar a innumerables puertas, siempre obtengo el mismo resultado. Me han dicho más veces de las que puedo contar que necesito solicitar asilo, pero que no pueden ayudarme en este momento porque están saturados de casos y no tienen los recursos para ayudarme.
En el lugar donde me encuentro, ninguno de los trabajadores parece tener información clara sobre qué hacer, más allá de compartir sitios web y números de teléfono que podrían ser útiles. Buscar asilo se ha vuelto casi tan difícil como llegar aquí en primer lugar. Mi única alternativa sería pagar un abogado particular, lo cual, sencillamente, no me resulta viable en este momento. Los abogados me han pedido entre 12.000 y 15.000 dólares por representación y ayuda con los trámites.
No es realista esperar que la gente disponga de estas grandes sumas de dinero a su llegada. Sin embargo, no puedo obtener autorización para trabajar hasta después de presentar la solicitud de asilo, lo que significa que no puedo ahorrar para el abogado que necesito. Una vez más, me siento como si estuviera atravesando una selva sin caminos a la vista.
El primer paso crucial para los solicitantes de asilo como yo es solicitarlo realmente, lo que también desbloqueará la autorización de trabajo mientras se revisa nuestra solicitud. Por no hablar del hecho de que las solicitudes deben presentarse a tiempo, ya que si no se hace en el plazo de un año desde la llegada, no se puede solicitar asilo. Pero es más fácil decirlo que hacerlo cuando nos han abandonado a nuestra suerte.
Se Hace Camino Nueva York, el contralor municipal Brad Lander y otros han pedido que la ciudad destine más dinero a servicios jurídicos para ayudar a personas como yo a presentar nuestras solicitudes de asilo. Esa idea tiene sentido para mí, y no entiendo por qué el alcalde Eric Adams o la gobernadora Kathy Hochul no la han incluido en los presupuestos municipales o estatales de este año. Además, es importante tener en cuenta que, todos aquellos que no puedan presentar su solicitud en el plazo previsto, pasarán a ser indocumentados. El resultado sería un aumento de las personas que viven en el limbo, con miedo a denunciar las injusticias o la discriminación, por nombrar sólo algunas consecuencias
Además, he oído que el alcalde está distribuyendo folletos en los que se pide a personas como yo que consideren otras ciudades a la hora de venir a EE.UU. ¿No sería mejor centrar las actividades de divulgación en ayudar a las personas a acceder a los servicios que necesitan para sobrevivir y presentar sus solicitudes de asilo?
Estoy agradecida por haber llegado a una ciudad que acoge a inmigrantes desde hace mucho tiempo, un lugar donde se supone que la gente como yo debe sentirse segura. Soy consciente de que, cuando llega mucha gente a la vez, puede ser un reto para el gobierno local. Pero también sé que hemos llegado aquí dispuestos a trabajar, abrir negocios y formar parte de esta increíble ciudad, como tantos neoyorquinos inmigrantes antes que nosotros.
Pido humildemente a todos los niveles del gobierno que se dé el apoyo necesario para que los solicitantes de asilo podamos presentar nuestras solicitudes y obtener la ayuda que necesitamos a corto plazo, para que podamos salir de los refugios y volver a ponernos en pie lo antes posible.
Raiza Guevara es miembro de Make the Road New York/Se Hace Camino Nueva York.
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