Si bien el gobierno federal ha reabierto oficialmente, los beneficiarios locales del programa SNAP tuvieron que lidiar con refrigeradores y alacenas vacías durante más de una semana. Ahora, se prevé que los requisitos de trabajo impuestos por la administración Trump causen más dificultades.
Un supermercado en Inwood. (Adi Talwar/City Limits)
Este artículo se publicó originalmente en inglés el 14 de noviembre. Traducido por Daniel Parra. Read the English version here.
La movilidad de Pinkie Grier, de 67 años, se limita a caminar un par de manzanas alrededor de las viviendas Red Hook Houses de NYCHA en Brooklyn, donde vive.
Por eso, cuando sus prestaciones en su tarjeta de transferencia electrónica de beneficios no llegaron a principios de noviembre, debido al cierre más largo del gobierno federal en la historia de los Estados Unidos, sus opciones para encontrar comida se limitaron al pequeño radio que podía recorrer a pie.
“Fui al centro para personas mayores”, dijo Grier, refiriéndose al centro local para personas mayores de su barrio. “Llegué demasiado tarde al centro, porque ya habían terminado el desayuno, así que, básicamente, durante un par de días estuve hecha un desastre”.
Grier es uno de los casi 1.8 millones de residentes de la ciudad de Nueva York que reciben ayuda alimentaria del Programa Federal de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), también conocido como cupones de alimentos, que ayuda a los hogares con bajos ingresos a comprar alimentos.
Y aunque el gobierno federal reabrió oficialmente el jueves, los beneficiarios locales de SNAP que dependen de estas prestaciones tuvieron que lidiar con neveras y despensas vacías durante más de una semana.
“No lo entienden”, dijo Diana Gatham, residente de NYCHA en Woodside Houses, que utiliza SNAP para alimentar a su familia de tres personas. “No sienten compasión por nosotros. Yo digo que no está bien. Hubo un tiempo en que yo también trabajaba. Lo tenía todo. Pero ahora tengo una discapacidad. No tengo casi nada”.
Tras una sentencia judicial dictada a principios de la semana pasada, Nueva York comenzó a distribuir fondos a los beneficiarios de SNAP los días 9 y 10 de noviembre, según la Oficina de Asistencia Temporal y por Discapacidad (OTDA por sus siglas en inglés), que administra el programa en Nueva York.
Según el Departamento de Servicios Sociales de la ciudad de Nueva York, todos los beneficiarios de la ciudad de Nueva York recibieron la totalidad de sus prestaciones hasta el viernes.
“Mientras Donald Trump ha luchado sin descanso para mantener la comida fuera de las mesas de los neoyorquinos, las familias que dependen de SNAP por fin pueden respirar aliviadas, ya que las prestaciones comienzan a llegar”, dijo la gobernadora Kathy Hochul en redes sociales el domingo.
Esa misma noche, Grier dijo que se acostó temprano sin haber comido. “No es divertido. No es nada agradable”, dijo. “Y te despiertas… y sabes que no tienes comida en casa, pero vas a la cocina de todos modos y ves que está vacía”.
Grier dijo que normalmente gasta sus fondos a lo largo del mes. Y tras el retraso provocado por el cierre, decidió guardar $90 dólares en su tarjeta para el mes que viene, por si vuelve a ocurrir.
Durante el retraso de una semana, se organizaron repartos de alimentos de emergencia por toda la ciudad. Las despensas registraron colas más largas y algunos programas contra el hambre informaron que atendieron al doble de personas.
Contenido de una bolsa de alimentos preparada para personas sin hogar en St. John’s Bread & Life, un banco de alimentos en Brooklyn. (Adi Talwar/City Limits)
Joel Berg, director ejecutivo de Hunger Free America, dijo que las llamadas a la línea nacional contra el hambre se duplicaron durante los primeros días de noviembre.
“Comida retrasada es comida negada”, dijo Berg. “Hicimos todo lo posible por derivar a las personas a despensas y comedores, pero eso no es suficiente. Todo el mundo debería entender que esto ni siquiera es una curita”.
En Queens, Liz Alvarez es la directora de programas para The Connected Chef, una organización comunitaria que trabaja con familias en situación de inseguridad alimentaria.
Ella dijo que pasaron de repartir 800 cajas de alimentos a las familias al mes a 1.240 en octubre, y proyectan repartir 1.840 cajas en noviembre con la ayuda de otras organizaciones y grupos de ayuda mutua.
Otros beneficiarios de SNAP dijeron a City Limits que encontrar comida durante esa semana se convirtió en su tarea las 24 horas del día. Se levantaban temprano para hacer fila en los bancos de alimentos, que se habían vuelto más largas, y llamaban y visitaban todas las organizaciones que conocían que podían ayudar.
“Dos veces me tocó, pero no alcancé a pasar a recibir”, dijo a City Limits una residente del sur del Bronx de 31 años, quien pidió permanecer en el anonimato.
Otras veces recibían una ración reducida, por lo que tenían que seguir buscando. “Tres papas, un brócoli, una cebolla, por ejemplo”, dijo la mujer, madre de un niño de un año. Según contó, pudo comprar algunos alimentos a crédito en su tienda de comestibles local.
300.000 neoyorquinos podrían verse afectados por los nuevos requisitos laborales
El gobierno federal ha vuelto a abrir y el acuerdo aprobado por el Congreso financia el programa de SNAP hasta septiembre de 2026. La OTDA dijo que las prestaciones de diciembre se emitirán a tiempo.
Pero aún quedan otros retos por delante, señalan los defensores.
En julio, los legisladores aprobaron la “One Big Beautiful Bill” de la administración Trump, que incluía nuevos requisitos de trabajo para recibir asistencia alimentaria.
Las normas afectan principalmente a las personas consideradas adultas sin dependientes y sin discapacidades (ABAWD por sus siglas en inglés), a las que se les exige trabajar o realizar voluntariado al menos 20 horas a la semana para recibir prestaciones.
También se amplió el rango de edad para ser considerado ABAWD, pasando de 18 a 54 años a 18 a 64 años, y se eliminaron las excepciones para veteranos, personas sin hogar y jóvenes en foster care de 24 años o menos, según el memorándum del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos que establece las nuevas normas.
Una tienda en la calle East 204th Street, en el Bronx. (Adi Talwar/City Limits)
La administración Trump también sorprendió a muchos estados al eliminar el período de espera para las disposiciones anteriores, para iniciar el 1 de noviembre.
Nueva York esperaba que iniciara en febrero. Pero los defensores demandaron al Departamento de Agricultura (USDA por sus siglas en inglés), alegando que las había rescindido arbitrariamente antes de lo previsto.
La semana pasada, un tribunal federal de Rhode Island dictó una orden de restricción temporal (TRO) que impide a la administración Trump poner fin a las exenciones antes de tiempo.
Por ahora, las exenciones expirarán a finales de febrero de 2026, los requisitos laborales entrarán en vigor en marzo y los hogares que no los cumplan perderán sus prestaciones del SNAP en junio. El viernes, el DSS informó a City Limits que los neoyorquinos que no demuestren el cumplimiento de las normas laborales en el plazo de tres meses establecido por la ley federal podrían empezar a perder sus fondos del SNAP en junio.
Ni la OTDA ni el DSS saben si el USDA decidirá impugnar la decisión de la orden judicial temporal, lo que podría cambiar ese calendario.
“Tenemos una combinación de incompetencia y malicia por parte del gobierno federal que está empeorando mucho todo esto”, dijo Berg. “Y mire, apoyamos que la gente consiga trabajo, y las personas que reciben SNAP quieran conseguir trabajos mejor remunerados, pero esta no es la forma de hacerlo”.
Para ponerse en contacto con el reportero de esta noticia, escriba a Daniel@citylimits.org. Para ponerse en contacto con la editora, escriba a Jeanmarie@citylimits.org.
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